Estudio de la Intolerancia Alimentaria. Éste estudio le permitirá conocer que alimento o alimentos perjudican su salud, ocasionándole: trastornos gastrointestinales, trastornos dermatológicos, psicológicos, neurológicos, molestias respiratorias, problemas de obesidad, etc.
La intolerancia alimentaria, se debe a la formación de anticuerpos frente a proteínas de determinados alimentos, pero no del tipo IgE (que desencadenaría un proceso alérgico), sino en una primera etapa del tipo IgA y tras múltiples estímulos a la formación de IgG.
A través de este proceso inmunológico, determinados alimentos, en algunos casos pueden desencadenar trastornos digestivos, y en otros, manifestaciones que pueden ser insidiosas y difíciles de relacionar con el alimento, precisamente por ser patologías moderadas y de tipo crónico.
Las condiciones clínicas que se han podido relacionar con intolerancia alimentaria y que tras suprimir el alimento o alimentos, en más de dos tercios de los casos se han producido mejorías evidentes, son las siguientes:
Trastornos gastrointestinales (50%)
Dolores abdominales, estreñimiento, diarrea, hinchazón, síndrome del colon irritable. Es la patología que más induce a pensar en una intolerancia alimentaria.
Procesos dermatológicos (16%)
Acné, eczema, psoriasis, rashes, urticaria, picor
Trastornos Psicológicos (11%)
Ansiedad, letárgica, depresión, fatiga, nauseas, hiperactividad (principalmente en niños).
Molestias Neurológicas (10%)
Dolor de cabeza, migraña, mareo, vértigo.
Molestias respiratorias (10%)
Asma, rinitis, dificultad respiratoria. En estos casos se puede solapar con un proceso alérgico.
Artritis, fibromialgia, articulaciones inflamadas.
Intolerancia alimentaria y obesidad.
En personas obesas que no responden a los tratamientos habituales de adelgazamiento, se han experimentado pérdidas de peso, al eliminar de la dieta los alimentos frente a los que se presenta una sensibilidad alta.
Se han encontrado mejorías entre la mitad y los dos tercios de los casos, que han cumplido la dieta establecida por su médico, suprimiendo los alimentos menos recomendables. En general, la mejoría se percibe entre los 20 y 60 días de haber instaurado la dieta adecuada.